En primer lugar y antes de comunicárselo a los niños, hay que aclarar los términos de la relación, con quién va a estar y en qué condiciones (además de resolver lo legal, lo económico etc…) Aunque parezca una tontería, los problemas que afectan a los hijos de padres separados no están relacionados con la separación sino con aspectos colaterales (económicos fundamentalmente y legales) que hacen que tanto el padre como la madre estén inseguros y transmiten esa inseguridad a los niños.
Así pues hay que aclarar racionalmente todos los problemas cotidianos: con quién va a vivir, con qué frecuencia se establecen las visitas, cuándo verán a su progenitor ausente.
No hay que preguntar a los niños con quién quieren vivir, para ellos es un problema de lealtad que les crea problemas. Tampoco es conveniente separar a los hermanos, a no ser que hubiera causas mayores como una enfermedad por ejemplo y si es así, hay que explicárselo.
Lo ideal es que padre y madre mantengan un nivel de comunicación aceptable en lo relacionado con sus hijos, llegando a acuerdos o consensos mínimos, para ofrecer a sus hijos marcos de referencia estables y coherentes. Para ello debe ser una comunicación lo más racional posible, intentando separar los asuntos de pareja de las cuestiones que tienen relación con los hijos. Si no es posible llegar a una línea coherente conjunta, al menos cada cual debe intentar ser coherente consigo mismo y en relación con sus hijos, sin entrar en guerras continuas utilizando a los hijos.
Cuando todo está ya aclarado, se informa a los niños:
1.- Hay que explicarles claramente la situación:
“Papá y mamá van a vivir separados y más tarde se divorciarán, lo que quiere decir que ya no estarán casados”
“ Papá y mamá están divorciados, quiere decir que ya no estamos casados y vamos a vivir así: (se explican las condiciones claramente, con quién va a vivir, cuándo va a ver al otro progenitor etc)”
2.- Hay que explicar claramente la relación con el niño o la niña:
“ Aunque no vivan juntos papá y mamá, los dos te queremos y vamos a preocuparnos porque tú estés bien”.
Es normal que el niño o la niña insistan en que quiere que vivan juntos, incluso algunos se culpabilizan “Yo no me portaré mal y así no discutiréis por mi culpa… tú me dices que no hay que reñir y vosotros también podéis estar sin reñir…” En esos momentos y sobre todo si reaccionan mal, con lloros, ruegos etc.. se explica de forma tranquila que la decisión es únicamente de los padres y ellos son los responsables de la decisión, no los niños. Si insisten en pensar que son los culpables de la situación porque antes de nacer ellos no pasaba nada, no hay que darle muchas vueltas a la situación inicial sino aclarar que ellos no tienen nada que ver, que papá y mamá no se entienden y piensan distinto en muchas cosas, que no van a volver a vivir juntos pero que siempre los querrán a ellos.
Es normal que presenten fantasías de reconciliación, no hay que fomentarlas y tampoco merece la pena entrar en grandes disquisiciones, volviendo a la herida primera, se aclara que papá y mamá no volverán a ser pareja ni a vivir juntos, sin darle más argumentos.
Hay veces que este hecho de querer volver a la situación inicial traduce miedo a quedarse sin nadie (sin papá y sin mamá) por lo que hay que tranquilizar diciendo que papá y mamá nunca les fallarán, respondiendo ambos del otro, es decir, no hay que decir “yo no te fallaré” sino “papá y mamá nunca te fallaremos”.
3.- Hay que mantener los planes de visita y cumplirlos.
Si no es posible hacerlo será porque haya una causa justificada, en ese caso hay que explicarla y aclarar que no tiene que ver con él.
Como normalmente tiene que justificarlo el progenitor que no falla, no es bueno cebarse (decir que tu padre o tu madre no te quiere o es malo o mala) pero tampoco justificarlo. Se puede dar una respuesta tipo:
“No lo entiendo pero seguro que tú no tienes la culpa”.
Las visitas tienen que tener un sentido: mantener una relación continuada con el niño, que conozca sus puntos de vista y la escala de valores de ambos progenitores, que sirven como modelo, ya que al niño le va a venir muy bien tener ese modelo.
4.- No entrar en rivalidades con el excónyuge y no ceder a los caprichos del niño/a:
El llenar de regalos, dinero o regalos caros, entrar en competición (a ver quién le compra más cosas), ceder en los deseos y caprichos del niño permanentemente, no poner límites y permitir saltarse normas mínimas etc… esconde siempre buscar un cariño de forma errónea.
El niño, como cualquier otro, va a intentar salirse con la suya y va a utilizar el chantaje de “no te quiero o quiero más a ….” para conseguir lo que quiere.
Es mejor estar de acuerdo en qué se va a permitir y no, pero si no es posible que la otra persona entre a coordinar estos temas, no podemos caer en que tampoco lo hagamos. Si no hay acuerdo entre padre y madre, se le explica al niño qué es lo que debe cumplir en cada sitio. Es mejor esto que criticar al otro diciendo que está equivocado.
Hay que tener en cuenta que es mejor que tenga dos modelos coherentes, pero si sólo puede tener uno, es mejor que no tener ninguno.
Las llamadas de atención suelen ser con las comidas, con querer dormir con el adulto (argumentando miedos, enfermedades etc…) y con caprichos. Es normal y no se puede ceder, hay que darse cuenta de que se busca atención y hay que darla, pero por comportamientos positivos, no entrando en dinámicas negativas o cediendo.
Como todos los niños, intentan salirse con la suya “dando donde duele”: con afectos, con chantajes, con acusaciones comparando etc… no podemos entrar en esa trampa aunque nos duela.
Hay veces que el niño o la niña no lo hace queriendo sino que idealiza a la otra persona… no podemos entrar en destrozar la figura del otro, debemos estar seguros de nuestros propios marcos de referencia y actuar con coherencia, sin entrar en sus comparaciones.
Prestarse al consentimiento, a que el niño o la niña hagan siempre lo que quieran intentando ganarme su afecto, es incorrecto. Si viven situaciones incoherentes, si no saben qué es lo que deben hacer y no porque a veces se les consiente y otras no, si siempre pasan a su alrededor cosas que no entienden… utilizarán todas las tretas para salirse con la suya… es muy fácil caer en sus chantajes “papá o mamá me dejan… tú no me quieres… dijiste que me dejarías…” y para no ser menos, caemos en la trampa y los volvemos consentidos y tiranos. Si en cambio, viven situaciones y comportamientos coherentes, lógicos y ven relación entre lo que se les dice y lo que hacen los mayores, aprenderán por imitación qué es lo que deben hacer. Si además sabemos plantear un número de normas lógico y obligamos a su cumplimiento, serán fuertes y responsables.
5.- Hay que mantener una comunicación sana. No es bueno interrogar y tampoco prohibir que cuente cosas.
Afectivamente y emocionalmente pueden aparecer venganzas, reproches etc… por parte de los adultos que no son nada beneficiosos para el niño.
Hay que tener presente que si yo digo “tu padre o tu madre son malos” el niño interpreta la valoración de la siguiente manera:
“Mi madre (o mi padre) dice que mi padre (o mi madre) es malo. Antes eran buenos porque decidieron vivir juntos y tenerme a mí. Cuando me tuvieron a mí era bueno y ahora se ha vuelto malo… eso mismo puede pasar con mi madre (o mi padre), se puede volver mala y no quererme… ¿qué pasará conmigo?”.
Esta situación le genera una inseguridad total.
Cuando el niño o la niña nos cuentan algo que hace la otra persona, es mejor no entrar (a veces deforman la realidad) o si se opina, enjuiciar siempre la conducta, nunca la persona:
“Dices que papá (o mamá) hizo tal cosa, que pasó esto y esto y entonces sucedió esto… si es así no me parece bien porque tal cosa, no se hace, yo creo que es mejor hacer….”.
Hay que evitar acusaciones, descalificaciones, echar mano del pasado para culpar a la otra persona etc…sobre todo en presencia de los niños
Suele ser habitual que los niños cuenten algo que ha pasado con su padre o su madre que nos sorprende porque no nos parece adecuado… de forma indirecta pueden hacerlo para salirse con la suya mintiendo o diciendo que la otra persona ha dicho o hecho lo contrario, como llamada de atención para sentirse protagonista o como forma de obtener lo que quiere. Si actuamos como jueces sin saber con seguridad qué es lo que ha sucedido porque no hemos estado presentes, los niños aprenderán a andar con cuentos de un lado a otro si consiguen que se esté pendiente de ellos y además no sabrán lo que está bien y mal ya que terminarán deformando la realidad.
6.- El niño o la niña necesitan un padre y una madre, no amigos o confidentes.
Muchas veces tendemos a hablar con ellos como si fueran nuestros amigos, no es bueno entrar a hablar cuestiones del otro progenitor como si se tratara de un amigo nuestro… es nuestro hijo.
Es importante como padre y madre valorar los éxitos de los niños y no apropiárselos (“lo bueno del niño es mío y lo malo del otro”).
Es importante no utilizar los éxitos y fracasos como arma arrojadiza del uno al otro excónyuge.
7.- Respecto a las familias, cada cual responde de la suya:
Es importante no entrar a juzgar rumores, noticias o hechos de la otra familia ya que no contribuye a favorecer las relaciones sino que las dificulta… hay que tener en cuenta que los niños van a vivir las dos realidades por lo que no podemos hacerles ver que hay rivalidades, sospechas, recelos, ya que nos copiarán y serán niños suspicaces, retorcidos y malpensados.
Aquí tenéis una guía elaborada por el Gobierno de Aragón para padres separados.
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